Cómo crear un espacio sensorial seguro y efectivo en el hogar o consultorio

Crear un espacio sensorial en casa o en un consultorio puede marcar una gran diferencia en el desarrollo y bienestar de los niños, especialmente aquellos con necesidades especiales como el TEA. Un ambiente sensorial bien diseñado permite a los niños explorar, regularse y aprender a través de experiencias táctiles, visuales, auditivas y de movimiento, todo en un entorno seguro y controlado.

El primer paso es elegir un área tranquila y libre de distracciones, donde el niño pueda sentirse cómodo y protegido. No es necesario contar con un gran espacio; lo importante es que sea accesible y fácil de supervisar. El suelo debe estar cubierto con colchonetas o alfombras suaves para evitar lesiones durante el juego y las actividades motoras.

La selección de materiales es clave. Los equipos básicos pueden incluir pelotas terapéuticas, columpios sensoriales, túneles, paneles táctiles y cojines de equilibrio. También es útil incorporar elementos que estimulen los sentidos, como luces suaves, cortinas de agua, juguetes con diferentes texturas y sonidos relajantes. Es recomendable elegir materiales resistentes, fáciles de limpiar y adaptados a la edad y necesidades del niño.

La seguridad debe ser siempre la prioridad. Todos los equipos deben estar bien instalados y revisados regularmente. Evita objetos pequeños que puedan representar un riesgo de asfixia y asegúrate de que los materiales no tengan bordes filosos ni partes sueltas. Además, es fundamental supervisar siempre a los niños mientras utilizan el espacio sensorial.

Finalmente, recuerda que el espacio debe ser flexible y adaptable. A medida que el niño crece o cambian sus necesidades, puedes ir incorporando nuevos materiales o modificando la disposición del área. Un espacio sensorial bien planificado no solo estimula el desarrollo, sino que también se convierte en un refugio de calma y disfrute para los niños y sus familias.